El 27 de septiembre se celebra esta fecha. Una visión del sector tras año y medio de pandemia.
Viajar en pandemia hoy es toda una travesía. La mayor crisis de la historia del turismo está ya en su segundo año y ningún país se ha librado. Según la Organización de las Naciones Unidas, entre enero y mayo, las llegadas de turistas internacionales fueron un 85 % inferiores a las de 2019 (y 65 % inferiores a las de 2020).
Pese a que hubo un pequeño repunte en mayo, la aparición de nuevas variantes de la COVID-19 y las constantes restricciones han hecho que el turismo interno esté recuperándose a un ritmo superior al de los viajes internacionales. Los países en desarrollo serán los más perjudicados. Para la ONU, la vacunación mundial es un factor clave en la recuperación del sector.
En la edición de 2021 del Día Mundial del Turismo, y bajo el lema «Turismo para un crecimiento inclusivo», se celebrará la gran capacidad del sector para impulsar un desarrollo inclusivo y el papel que desempeña en la creación de oportunidades para millones de personas en todo el mundo.
Mientras que en el Perú, este sector concentra esfuerzos para reactivar y dinamizar el turismo interno, además de sostener el turismo receptivo bajo protocolos de bioseguridad. El ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, informó que «hay avances significativos en la entrega de los sellos Safe Travels en todas las regiones del país. Se ha logrado certificar 52 destinos, 458 atractivos turísticos y 7892 prestadores de servicios turísticos», manifestó.
El viajero 2021
Desde que la pandemia empezó, el viajero tampoco es el mismo. De acuerdo a la investigadora Globetrender, en información compartida por Promperú, si el 2020 se caracterizó por ser un año de adaptación para el turismo, el 2021 sería uno de reconversión. En esta transformación habría una búsqueda creciente por experiencias sostenibles y únicas con el planeta.
En su informe Travel after 2020: what will tourism look like in our new reality?, la investigadora señala que este viajero se caracterizaría por apoyar el reinicio del turismo a través de prácticas responsables con el medioambiente, en especial si al hacerlo ayudan a comunidades afectadas por la pandemia.
Estos son las principales demandas del viajero consciente:
Escapes celestiales
Son actividades que se practican exclusivamente durante la noche y en espacios abiertos, como bosques, desiertos o montañas. De esta manera, el turista logra una experiencia de desconexión del mundo urbano y una inmersión total en la naturaleza bajo el cielo nocturno.
Algunas de las alternativas más populares que el viajero consciente querría practicar son clases de astronomía, narración de historias alrededor de fogatas u observación de los hábitos nocturnos de la fauna del lugar.
Culti-vacaciones
Durante los meses de cuarentena obligatoria, se hizo muy popular la tendencia DYI (hazlo tú mismo). De acuerdo a Globetrender, el realizar este tipo de prácticas se convirtió en una nueva manera de reconectarse con uno mismo.
El viajero consciente buscaría visitar destinos rurales con lugares autosuficientes donde se pueda cultivar o cosechar siguiendo prácticas ancestrales o artesanales. Para él, sería una experiencia vivencial de genuina conexión con la naturaleza y actividades relacionadas a ella: paseos para recolectar frutas de los árboles o recibir clases de cocina rural.
Campamentos de coworking
Con el trabajo remoto como una alternativa todavía sólida en muchos países, los viajeros conscientes ven la oportunidad de combinar negocios y placer de manera segura y responsable. De esta manera, buscarían reemplazar los viajes cortos o las escapadas de fin de semana por estadías prolongadas en un destino, siempre que haya buena conexión a internet.
Este turista querría ser parte de retiros de trabajo en zonas abiertas de zonas rurales, donde pueda trabajar con una vista privilegiada a paisajes naturales y que además le ofrezcan alternativas turísticas o de entretenimiento durante su tiempo de ocio.
En estos campamentos de coworking, el viajero consciente preferiría que estos se realizaran en comunidades al interior de su país, a los que puedan llegar en auto o bus, con el fin de evitar los viajes en avión y reducir así su huella de carbono.
La clave para satisfacer esta nueva demanda radica en comprender que el comportamiento de este viajero pandémico no es pasajero, sino que irá evolucionando, y que con él llegarán oportunidades para el desarrollo de las zonas rurales, la promoción cultural y la protección de la naturaleza.
El dato
Los expertos en turismo predicen pérdidas de 4 billones de dólares a la economía mundial y no esperan volver a los niveles de afluencia turística internacionales previos a la pandemia hasta 2023 o incluso después.