La coordinadora de género de Ayuda en Acción destacó importantes mensajes sobre la violencia de género en la sociedad.
Las mujeres entre 15 y 44 años están más en riesgo de sufrir violaciones y violencia doméstica que cáncer, accidentes de tránsito o guerras, de acuerdo a cifras del Banco Mundial del 2018. Y en el Perú, el 63.2 % de mujeres entre 15 y 49 años han sido agredidas por sus parejas o esposos.
La violencia contra las mujeres afecta su desarrollo, pero también el de las personas que la rodean y la del país. Por eso, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para concientizar de las consecuencias de este problema social.
Y aunque es importante hablar de violencia de género todo el año, esta fecha nos sirvió para tener a una invitada muy especial en la última edición de Rama Comunica Webinar, iniciativa de esta agencia desde que inició la pandemia.
Marisu Palacios, coordinadora de género de Ayuda En Acción, ONG con 40 años de existencia en el mundo y 34 años de presencia en el Perú, a través de 9 regiones, compartió conceptos relevantes sobre la violencia de género.
Empecemos con la definición. «Esta violencia radica en ejercer algún tipo de acto que genere daño al otro, ya sea física, psicológica, pero también emocional o estructural por su condición de género. En nuestra realidad, este suele referirse hacia las mujeres porque el maltrato hacia ellas es mayor que el que se ejerce de mujeres a hombres», afirma la especialista.
Principales conclusiones
Durante el webinar, Palacios reveló importantes puntos para entender la violencia sistemática de género:
Aún tenemos normalizadas como sociedad patrones de violencia de género.
Por ejemplo, el acoso callejero limita la libertad y el desarrollo de muchas mujeres en el mundo, quienes tienen que tomar decisiones para «evitar ser violentadas» como no escoger un horario muy tarde de clases por temor a que les pase algo.
Esto se conoce como parte de una violencia estructural, ya que está enquistado en nuestras sociedades a través del sistema económico, político y social. Tanto hombres como mujeres criamos a niños y niñas de esta manera que puede no contribuir con su normal desarrollo.
El problema de la violencia de género es similar en varios países.
No se trata solo del Perú. La pandemia ha mostrado en diversas regiones un aumento de violencia hacia las mujeres a raíz del confinamiento.
Gracias a los tratados y acuerdos internacionales que han dado pie a acuerdos nacionales como el Planig (Plan Nacional de Igualdad de Género), que busca asegurar que desde el gobierno se haga transversal el enfoque de género: desde políticas hasta áreas académicas, laborales.
Frenar la violencia de género aún sigue siendo un proceso lento.
Parte de la resistencia de hablar de la importancia de un enfoque de género para prevenir la violencia de género es debido a los temores y confusiones que existen respecto a otros conceptos como el del feminismo, por ejemplo, que se entiende como un estudio que invalida a los hombres, cuando no es así.
Estas resistencias también se entienden porque es un sistema que ha sido construido por hombres. Las mujeres también han ido ganando espacios con el tiempo, como consecuencia de muchas luchas, arrancando por el derecho al voto. Es un cambio de hábito, creencias e idiosincrasias y eso toma mucho tiempo.
El espacio laboral y académico tienen infestados acciones e ideas machistas validadas por hombres y mujeres.
Eso se ve, por ejemplo, desde las carreras y los cargos que podemos y solemos escoger. Aún hay una presión social para elegir a profesionales o puestos de acuerdo al género.
También hay empresas que suelen escoger a hombres aunque no lo digan explícitamente. Esto debido a que la existencia de la mujer todavía está muy ligada con la maternidad. Entonces se cree que a partir de cierta edad la mujer debe tener hijos y que por ende, su atención no va a estar focalizada 100 % al trabajo.
Marisu señala esta cifra: el 21.2 % de hombres gana más que las mujeres en un mismo cargo. Hasta ahora hay un 60 % de hombres que lideran los emprendimiento. Si esto se suma a la informalidad que vivimos, la precariedad de la mujer se acrecienta.
El buscar el empoderamiento de la mujer pasa por trabajar con el hombre para lograrlo.
Por ende, las organizaciones tienen que trabajar con todos sus colaboradores, solo que de manera diferenciada a la cultura, etnia, si es un área rural o urbano, entre otros factores.
De esta manera, los hombres de la organización pueden tener más empatía respecto a cómo las mujeres nos hemos adaptado siempre a sus particularidades de trabajo. Así se pueden identificar que las bromas machistas en el comedor, por ejemplo, no son admisibles.
El objetivo ideal es que las mujeres se sientan cómodas y que sientan que ese espacio en la organización también es su espacio, y es uno seguro además.
Cifras que visibilizan
La pandemia y la cuarentena se echó abajo el mito de que una mujer sufre de violencia por la forma en la que vista o porque salió de casa. Entre el 16 de marzo y el 15 de julio de este año, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables atendió más de 900 casos de violaciones. El 71 % eran menores de edad, en promedio, 5 menores fueron víctimas de abuso cada día.
Sí, muchas niñas, adolescentes y mujeres viven con sus agresores. Un total de 67 712 casos de violencia familiar y abuso sexual atendió la Línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp) durante los 107 días de la cuarentena general que decretó el Ejecutivo para contener la covid-19.
El dato
Marisu Palacios es psicóloga comunitaria con especialización en estudios de género y desarrollo territorial. Tiene diez años de experiencia en gestión y supervisión de proyectos sociales a nivel nacional, con énfasis en comunidades rurales y periurbanas, y bajo enfoques de género, interseccionalidad e infancia.
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